domingo, 26 de mayo de 2013

Caso de Pamela Pizarro (Chile)


El año pasado, la prensa dio a conocer una impactante y preocupante realidad. En Iquique, Pamela Pizarro, alumna de 8º Año de un liceo femenino de la zona, fue encontrada muerta por sus padres, tras haber tomado la determinación de suicidarse, a causa de los constantes hostigamientos de los que era víctima en su establecimiento. Lo suyo era un largo historial de burlas, insultos y agresiones tanto físicas como verbales, motivadas, al parecer, por la envidia que se había granjeado de parte de sus compañeras, quienes no le perdonaban su mejor suerte en muchos aspectos de la vida.

El problema había sido denunciado a los profesores y a la directora misma del centro educacional, la cual se mostró desinteresada e incompetente frente a él. Sus padres intentaron cambiarla de establecimiento, pero una de sus compañeras amenazó con continuar las hostilidades si se le ocurría algo semejante. Finalmente, el aislamiento, las secuelas psicológicas que tales agresiones dejaron en la niña, la falta de apoyo frente a aquellos acosos terminaron por minar la resistencia de una persona inocente, sensible y solitaria, cuyo norte en la vida era superarse tanto en lo personal como, eventualmente, en lo profesional. Un anhelo no demasiado distinto al de muchas jóvenes de su edad.


Las agresoras de Pamela Pizarro tenían por qué saberlo: se trataba de jóvenes con problemas sociales que envidiaban a Pamela no por ser precisamente una joven perteneciente al estrato alto, sino porque en ella se reflejaban muchos logros y ventajas que les están vedadas a otras adolescentes que viven en condiciones de extrema pobreza. Pamela pertenecía a una familia de clase media, esforzada, que siempre había privilegiado el trabajo y el estudio como únicos caminos para alcanzar el éxito en la vida y que, además, no trasuntaban los vicios a los que muchas familias modestas de nuestro país se entregan cuando ya no encuentran salidas a los problemas de la vida. Al parecer, esto último tampoco fue comprendido por las enemigas de Pamela. En otras palabras, Pamela fue odiada no sólo porque era exitosa y aventajada, sino que por ser “pava”. O mejor dicho, por intereses distintos a los que tienen otras niñas. Porque, a pesar de su gracia física y su encanto natural, Pamela no alcanzó a conocer las típicas experiencias que toda adolescente debe vivir en algún momento: el primer beso, la primera relación, el primer trago, la “cultura del carrete” (como diría Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia, 2006)…las diferencias culturales también suelen ser motivo de odiosidades, cuando no de incomprensión.

Podríamos dar muchos más ejemplos similares a los de Pamela. Entre ellos están: la masacre de Columbine, donde dos estudiantes de Secundaria asesinaron a sus compañeros de escuela, en represalia por las burlas de las que eran objeto, luego de un elaborado plan que incluyó una especie de ritual secreto; el de un estudiante que hizo lo mismo en una sala de clases, luego de ver el video – clip de la canción “Jeremy”, de Pearl Jam, que cuenta la historia de un chico que se cansa de ser objeto de burlas de sus compañeros; la agresión de la que fue víctima un estudiante fanático de Queen, al que hirieron con una navaja en la espalda escribiendo “homo”, haciendo alusión al desenfrenado estilo de vida del difunto Freddy Mercury.

En cada sala de clases hay algún Jeremy o alguna Pamela que, por alguna razón, genera animadversión y paga las culpas de lo que la sociedad le ha negado a otros. Esos otros descargan sus frustraciones y resentimientos en quienes no se reconocen. Si algo no es mío, lo destruyo. Si no puedo tener algo, lo arruino. Ojalá para siempre, cosa de acabar definitivamente con la existencia de aquél que no me deja ser feliz. Estamos ante un mecanismo de proyección, que intenta caracterizar en otros lo que uno es. En este caso, si las enemigas de Pamela llevaban una mala vida, Pamela también debía conocer aquella infelicidad. Aunque no fuera culpable directa de lo que les pasaba a las otras niñas. Aunque su correlato de existencia no fuera la violencia.

Y, por último, aunque fuera la víctima y no la impulsora del “bullying chilensis”, una realidad que ya está adquiriendo ribetes de criminalidad y de la cual ustedes, colegas profesores, ya no pueden desentenderse.

INFORMACIÓN SOBRE EL BULLYNG

En España, se estima que un 1,6 por ciento de los niños y jóvenes estudiantes sufren por este fenómeno de manera constante y que un 5,7 por ciento lo vive esporádicamente. Los datos varían en función de la fuente de la que procedan y del enfoque a la hora de estudiar el fenómeno.
Una encuesta del Instituto de la Juventud (INJUVE) eleva el porcentaje de víctimas de violencia física o psicológica habitual a un 3 por ciento de los alumnos. Y afirma que un 16 por ciento de los niños y jóvenes encuestados reconoce que ha participado en exclusiones de compañeros o en agresiones psicológicas.
El Defensor del Pueblo señala que el 5 por ciento de los alumnos reconoce que algún compañero le pega, mientras el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA) indica que un 49 por ciento de los estudiantes dice ser insultado o criticado en el colegio, y que un 13,4 por ciento confiesa haber pegado a sus compañeros.

 

viernes, 24 de mayo de 2013

Paula

Paula tiene 14 años y por un problema en los huesos lleva botas ortopédicas. Dos de sus compañeros le empujan y se ríen. Se ha caído varias veces y ha llegado con dolores a casa. Los alumnos acosadores, argumentan que sólo lo hacen para divertirse, que no le quieren hacer daño. Nada de ello es verdad. Buscan sentirse protagonistas. Necesitan percibirse fuertes y poderosos. Se sienten superiores cuando machacan al otro. Tras el enfurecimiento de la víctima esconden sus propias heridas. Bajo la apariencia de una novatada, los agresores camuflan su inseguridad, y llenan su vacío emocional. Persiguen sin descanso vivencias diferentes, y necesitan impresionar.

Monica

Mónica cursa 3º de ESO y desde el año pasado es víctima de una chica y un chico de su grupo. Apenas empezar las clases llegó a casa con más de 20 chicles pegados en la cabeza. Sigue siendo una excelente alumna pero desde hace dos días no quiere salir de casa.

domingo, 19 de mayo de 2013

LUCAS




Lucas es obeso, tiene 11 años, y lleva cinco soportando intimidaciones .En EGB (primaria), cuando empezaron las bromas pesadas que le hacía un niño en particular -hijo de la secretaria de la escuela-, pesaba 42 kilos. Ese año nunca escuchó su nombre y sí "bola de grasa", "el gordo", "el pelota". Lucas, un chico muy tímido, reaccionaba al principio llorando. Ahora se le puede ver solo por el patio de la escuela. Le han derrotado.


El año pasado (tal y como narraban los hechos, ahora sería ya hace 9 años) lo desnudaron en el lavabo y le escondieron la ropa. Asiste al colegio porque no se atreve a decirle a su padre lo que le pasa. Si alguien hubiera hablado con él cuando se sintió humillado en la clase de gimnasia -el día que el profesor le gritó «corre gordo, baja la tripa» porque iba más lento que los demás- tal vez sabría defenderse. En ese momento todos rieron y Lucas se sintió doblemente humillado.


Lucas se culpa de lo que le sucede. Hay una profesora que sabe de su calvario, pero el colegio no toma medidas. El se esfuerza por agradar pero su actitud causa el efecto contrario: exaspera al "bully", y cada día soporta más golpes, codazos y empujones.¿La última vejación que ha sufrido? Le mearon la mochila en uno de los recreos.

AMANDA TODD

Amanda Todd, una chica canadiense de 15 años fue encontrada muerta la semana pasada, apenas un mes después de haber grabado y publicado un vídeo en Youtube en el que denunciaba estar sufriendo ciberbuying a raíz de un caso de sexcasting (había sido engañada para mostrar sus pechos en la webcam con 12 años y la imagen circuló fuera de su control). Su madre, que trabaja de profesora, ha declarado que desea que el vídeo, titulado My Story: Struggling, bullying, suicide and self harm (Mi historia: lucha, bullying, suicidio y autolesión), permanezca en Internet tras la muerte de su hija para contribuir a evitar nuevos casos como el de Amanda: “Es lo que mi hija habría deseado”, explicó en Twitter. El vídeo ha sido visto hasta el momento por más de 3 millones de personas y ha recibido casi 70.000 comentarios de usuarios de Youtube.



Amanda Todd se suicida tras haber sufrido sextorsión

BULLYNG

Esta chica sufrió acoso escolar y lo cuenta así:

  Leyendo las noticias que aparecen en la prensa estos días sobre el acoso escolar he llegado a una conclusión: Yo fui víctima del acoso escolar. Había una lista con las situaciones que se consideraban acoso y os aseguro que las cumplía todas.
Para empezar os diré que soy miope y era buena estudiante con lo que lo primero era una “cuatro ojos” y con lo segundo una “empollona” (entre otros nombres derivados de mi apellido que prefiero no citar aquí para mantener mi identidad secreta).
En la escuela había un grupo de “gamberros” con un líder gallito y otro que era de verdad el que mandaba pero que no daba tanto la nota, vamos, un líder en la sombra. Le hacían la vida imposible a todo bicho viviente, pero en especial a mi y a otra chica a la que le ponían hasta chinchetas en la silla y la tiraban al suelo (conmigo nunca llegaron a tanto, se conformaban con insultarme, esconderme las cosas o tirarlas por la ventana).
La dirección del colegio no hacía nada, a pesar de que los maestros también sufrían lo suyo con ellos. Decían que mejor estaban allí que en la calle convirtiéndose en unos delincuentes.
De ellos diré que ninguno llegó a eso. La mayoría están casados, tienen hijos y una vida normal. A destacar dos casos: el gallito se hizo militar y el líder en la sombra murió trágicamente atropellado (dicen que se suicidó por una chica). Leyendo lo que dicen ahora de que el 60% serán delincuentes me da un poco de risa, de verdad. En este caso fue el 0%.
Luego llegó el instituto y continuó la historia. Los “abusones” eran otros porque los de la escuela sobra decir que no llegaron al instituto (con 16 años y habiendo repetido todo lo que podían se fueron del colegio). Cuando vives en un pueblo, es lo que pasa, si eres empollona y cuatro ojos, tu fama te precede y aunque no te conozcan da igual.
Por suerte duró poco ya que como tampoco eran buenos estudiantes, el segundo año ya no fui más a clase con ellos y al poco tiempo dejaron el instituto.
Durante todo ese tiempo, no diré que lo pasara bien, pero tenía mis amigas (que eran pocas pero buenas) salía por ahí y fuera del entorno escolar lo pasaba bien. No creo que tenga ningún trauma por eso.
Qué deciros de mi vida después, me eché novio, salí fuera a estudiar, saqué mi carrera, tengo un@s amig@s estupend@s, me fui a trabajar a otra ciudad, me casé... totalmente normal.